miércoles, 24 de abril de 2013


Mucho se ha discudito y se sigue debatiendo sobre el valor de la obra coreografica, de su necesidad y emergenzia, de la cual conocemos las dificultades de guardar las verdades de su hecio creativo.
Para algunos es el deseo de crear una literatura de danza o una filosofia, un pensamiento de la misma, un juego entre las palabras y el cuerpo.
En el primer período de la danza moderna, el bailarín se forjó a partir de una escuela de la que llevaba los colores, el coreógrafo delegada una lengua determinada, como un puerta gesto.
En la actualidad el bailarin participa en la elaboración del tema de la obra misma.

                             "El baile es una experiencia del sujeto"

El danzaror me gusta mas llamarlo asì,  lleva su cuerpo y el cuerpo es una palabra demasiado si queremos decirlo así.
La danza dona al dantator/triz, a cambio exige una apertura ilimitada de los sentidos.
Tal vez la incapacidad para bailar por un danzator señala la sal de su danza,
Transforma el sensible en sutil

                               «Es un Saboreador de sentidos"





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